Todos los años celebramos religiosamente nuestro certamen literario en honor a la poetisa más exitosa de nuestra localidad, Emiliana Puget, que llegó incluso a presentarse al Premio Adonáis. El jurado está conformado por escritores, concejales y profesores de literatura de nuestra tierra, a excepción de su presidente, Adonis Pérez Pérez.

¡Estate atento a esta página y que no se te pase la próxima convocatoria!

Consulta aquí abajo el histórico de poemas galardonados en ediciones anteriores, incluida nuestra reciente ganadora de este 2024.

María Semprún - A la sangre de Cristo (2024)

A duras penas cargo con tu cruz, con tu martirio

de cada domingo. La sangre destilada

sigue marcando mis labios ―estigma

de medianoche― y tu corona, enroscada

cual sierpe en torno a mi garganta,

me clava sus espinas. De llagas

y arcadas traigo el cuerpo sembrado;

tu líquida simiente, tu fecundo

veneno navega todavía mis sombríos

pensamientos. En esta cumbre sagrada,

donde blancas vides ascienden

hacia el cielo, extiendo con orgullo mis entrañas

atormentadas por tu látigo. Anoche

era tu sabor el de una tierra prometida

flotando ebria en el santo grial; hoy

eres calvario de culpa y manzanilla. No apartes

de mí este cáliz: vuélcalo en mi boca,

perfora con tu aguijón este cuerpo

tentado, espolea su carne, hiere,

castiga; yo aun así te sufriré

de nuevo al tercer día.

Remiro Vázquez - Ven a mí, rosa marchita (2023)

Con el son de la saeta

que hasta mí atravesó el cielo,

sirvió el vino de consuelo

al dolor de tu cruceta,

y tras tres días de duelo,

hermosa, hasta mí, viniste,

y tu mirada tan triste,

tan pálida como el hielo,

me solicitó el regreso

al latir vil de la vida,

y mi vena descosida

te la devolvió en un beso.

Tú vivirás si yo vivo,

flor de mis cielos amargos;

te traeré de tus letargos

si mi llamada te escribo.

No es visión tu faz esquiva,

porque desde que cerraste

los ojos y te marchaste

eres de mi amor cautiva.

Yo haré lucir tu corola

en lo alto de mi negrura,

y en la noche más oscura

tú serás mi amor, tú sola;

en lágrimas de amapolas

sangraré con tus espinas

y mis gotas cristalinas

engullirás con tus olas:

voraz mordisco del mar

con su canto furibundo,

desde el fuego de otro mundo

me suplicas regresar…

Oye, mi amor, mi llamada:

soy tu vasallo y tu amo,

y porque yo te reclamo

con esta queja apagada,

entre otras voces mezclada

que entre la niebla te gritan,

ven a mí, rosa marchita

de los ciegos olvidada.

Bukowski (pseudónimo) - Madre, Madrid (2022)

No dije adiós a tus farolas, Madrid,

ni al viejo color de tus tejados,

porque era evidente, como

evidente creemos el regreso

del sol, que pronto volvería.

 

No dije adiós a tus ojos, madre,

ni al fulgor de tu cabeza, cada día

más semejante al invierno,

porque ya casi podías adivinarme,

como siempre, de vuelta en la estación.

 

Y hoy, recién inaugurada

la primavera, las flores cautivas

en su tiesto, solo puedo imaginar

que, si el destino dobla mañana

el cuello frágil de tu latido, madre,

Madrid, tendré que velar tus calles

desde la cobarde lejanía

de quien no volvió a su tierra,

al hogar que, tal vez, mañana

ya no sea el mismo que dejé.

Héctor A. Donaire - Tigresa (2021)

Resbala la mañana entre aguafuertes

y un susurro mortal de lapiceros,

y teclean mis manos, mientras vuelve

el tacto de tus teclas a mis dedos.

 

Me miras todavía, en el pasillo

de un cine abandonado a medianoche,

hambrienta de mis pálpitos prohibidos,

tigresa de imposibles corazones.

 

Aún guardo en la memoria de mis labios

la sangre que robaron tus colmillos,

y en mi garganta tengo dibujados

recuerdos de nuestro duelo a mordiscos.

 

Pero la noche, como nuestro incendio,

ha pasado. Y todo me devuelve,

en esta gris mañana de febrero,

el rojo escalofrío de tus dientes.

Alba López - Almanzor (2020)

Negro Almanzor, que hieres las entrañas

de Dios con los puñales de tu herrumbre

vertical: ¿coronó por fin tu cumbre

celestial el señor de las montañas?

Dime, afilada cúspide de hielo

negrecido: ¿nacer sobre tu cielo

malherido es lo mismo que escalar

sus peñas, como deseó el señor?

Al fin, sobre tu vértice, Almanzor,

puede el viajero por siempre soñar.

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